domingo, 29 de marzo de 2020

El futuro


¿Que nos depara el futuro?

 El 17 de noviembre de 2019 sería la 

fecha del primer caso en el mundo de coronavirus (COVID-19). El paciente cero fue una persona de 55 años que vive en la provincia de Hubei, epicentro  de la epidemia que tiene en vilo al mundo.
 Miembros de la comunidad médica, que hablaron bajo condición de anonimato, afirmaron que solo hasta finales de diciembre en los hospitales chinos se supo que se enfrentaban con una nueva enfermedad. Y hasta enero de 2020 se informó oficialmente del brote del virus en la ciudad de Wuhan. Tras revisar información confidencial del Gobierno, se pudo conocer cuán rápido se propaga el virus. Desde el primer caso la cifra fue aumentando. Para el 15 de diciembre el total de personas infectadas era de 27. Y para finales de 2019, el número era de 266. Mientras tanto, científicos e investigadores intentan ubicar al paciente cero, conocer su identidad, y así poder rastrear con certeza cuál fue la fuente que originó el Covid-19, que se cree que saltó a los humanos de un animal salvaje, posiblemente un murciélago y ¿Por qué no es usual comerlos? Ahora lo aprendimos.


 En la construcción del costado de casa cayó una bomba lacrimógena y el gas se expandió hasta alcanzarnos y produjo en las fosas nasales una sensación horrible y empezamos a llorar. Años más tarde tuve un accidente quedé sensible a los cambios en el entorno físico y hace algunos días me desperté experimentando aquello entonces cómo sugiere MINSA me lavé las manos ojos y nariz con agua y jabón porque el virus tiene unos ganchos que se adhieren al cuerpo, al asearnos sé arrancan perdiéndose aquella sensación. Me da la impresión que el intruso trata de ingresar a nuestro cuerpo y este se defiende segregando lágrimas por ojos, mucosidad de la nariz y flemas por la boca. Si no ingerimos alimentos y el sistema  inmunológico permanece inactivo 14 días, este muere.
 A raíz de la pandemia conocimos nuestras carencias y debilidades. Somos un país de gente talentosa pero escasa de recursos y muchos prefieren que sus hijos sean jugadores y no profesionales. Lo notamos porque nuestras Universidades carecen de equipos necesarios para investigación y pocos se dedican a ello porque da la impresión que el Estado ofrece circo y quiénes indagan o averiguan sobre el porqué de la vida no son retribuidos con equidad.
 Los futbolistas que figuran en el ranking ganan dinero. Si no se prepararon para el futuro terminan olvidados en algún rincón del arco y no es justo porque corriendo tras una pelota hicieron vibrar a las multitudes cuando anotaron ¡Gol!. Es que el balón es fácil conseguirlo, equipar laboratorios cuesta y en esto último hay futuro para los jóvenes porque van a tener trabajo más tiempo que un jugador. Esto lo comentamos como ejemplo Maradona fue un deportista excelente que termina olvidado porque a pesar del dinero que ganó nunca supero su adicción ni esforzó por algo más en la vida. Todos los médicos que hablan sobre tratamiento y prevención del coronavirus son sus paisanos de Argentina mayores que el "Pibe" y aún aportan.
 Como le damos más prioridad al deporte que al estudio tenemos menos investigadores que los gauchos. Y las revistas que difunden trabajos descorazonan a los interesados porque son exigentes y el Estado a modo de motivar debería tomar cartas en el asunto y promocionar publicaciones que  tal vez son contadas porque funcionan como filtros.
 La situación que vivimos nos hace pensar si China descubre la vacuna a quien primero se la colocará será a sus 1500 millones de habitantes luego a las grandes potencias y al final de yapa a los que quedemos vivos. Si así se pinta el futuro nada halagüeño y esperanzador y como parece que va a durar tiempo hay que cambiar paradigmas en Educación y empezar mejorando el PBI en el sector Educación. Cuánta visión había en el proyecto Huascarán concebido como un plan para modernizar la educación del país mediante el uso de la computación e Internet . Sin embargo, también tuvo deficiencias técnicas, especialmente falta de capacitación a los docentes y colegios sin conexión a Internet. Es el momento de retomarlo con metas claras propiciando que la enseñanza escolar deje el dogmatismo que viene desde el siglo XI, las Universidades formen estudiantes que empleen sus neuronas pensando en el futuro de nuestro país.










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