domingo, 28 de febrero de 2016

El Parlamento

El Parlamento

Es una costumbre antigua tanto como la humanidad dar con palo a los políticos de todas las posiciones que la mente y necesidad dictan. La razón; cada uno con sueños, anhelos, aspiraciones resulta un mundo distinto  que ese "alguien" debería poder llenar. Como es tarea imposible, quien llega a la Presidencia decepciona a quienes votaron por él y es mal visto por los que no. La Democracia pierde credibilidad y para recobrarla asume que debe tener gente que comparta puntos de vista y soluciones. Entonces funcionan los Partidos que una vez en el poder, intentan cambiar paradigmas pero no lo consiguen y terminan devolviendo favores.

Cuando llega el invierno empieza a sentirse frio gradualmente hasta que aparece la nieve. Lo mismo sucede cuando nos alejamos del Creador; se pierde el principio de autoridad nos hacemos imágenes, leyes a favor del aborto o que validan relaciones inmorales donde el remedio resulta peor que la enfermedad.

  • Moisés redactó la Ley que le dictó Dios, lo malinterpretamos y nuestros legisladores las escriben. Como somos imperfectos las leyes que hacemos, también. Entonces ahora peleamos contra ellas y Dios porque ignoramos que la que Él dictó es perfecta y perdemos tiempo valioso que deberíamos emplear lidiando contra la ignorancia; luchando entre nosotros.
  •  El Papa es elegido en votación y representa una corriente en el clero, nunca a Dios. Los Presidentes de cada país siguen la misma tónica una ideología, nunca al pueblo.
Si aceptamos nuestra naturaleza y la Ley de Dios porque es perfecta, la lucha contra lo malo será efectiva porque tarde o temprano los infractores recibirán castigo.

Para honrar Dios necesitamos a gritos un cambio en la forma de gobierno. El Parlamento es elegido por el pueblo y aquel, a uno y es una manera de dirigir a poblaciones mayores porque va del todo a las partes; que puede escucharles con atención y resolver con mejor calidad que intentando oir a millones de habitantes. Además de darle a Dios el lugar que le corresponde porque nadie puede reemplazar al que vive por siempre.

Jojolete